Un asunto peliagudo y muy del día a día La típica cara que se te queda cuando te toca apoquinar. Por el contrario, otros momentos cotidianos no quedan socialmente demasiado definidos y la falta de instrucciones nos pone en extraños compromisos. No es una cuestión cultural, pues el conflicto aparece en cualquier lugar y con cualquier persona fuera de aspectos como la jerarquía, el sexo o la edad. El problema tampoco tiene que ver con nuestro bolsillo pues en muchos casos se trata de pequeñas cantidades monetarias asumibles por cualquiera. Demasiadas variables con multitud de matices que provocan situaciones bastante embarazosas. Si alguien lee esto, díganme por favor donde buscar resortes mentales para soportar este sufrimiento; y coger fuerzas y decidir como proceder. Hubiera querido esperar a la mayoría de edad de mis hijos. Yo estoy pasando y sufriendo exactamente lo mismo que vos, parece que lo hubiese escrito yo, es increíble. Lloro todos los días, estoy triste.
Pero en vez de dejar que te coma la nostalgia y lloriquear, aprende las normas del juego de ahora. Esto normalmente pase por renovar tu perfil en las redes sociales. A lo sumo se ponen un poco duras, pero es cuestión de insistir un poquito para le echen ganas y se pongan a gozar sin problema alguno. Es sabido que algunos chavos se ponen un tanto vergonzosos a la hora de sacar a pasear a una gordibuena. Entonces, que puto lugar queda. Sip… nuestro querido y amado carro. Entonces nos buscamos un lugar oscuro en donde nadie ande deambulando, paramos, le tomamos la cabeza con la mano derecha y a mamar.
Son reacciones primarias que nos pasan cuando vemos un accidente en la carretera, cuando queremos enterarnos de una conversación entre dos personas, cuando miramos un cuerpo para intentar ver algo intimo…Pero, ahora con las redes sociales parece que estamos necesitados de contarlo, de hacerlo nuestro, de propagar incluso noticias falsas, de dar nuestra opinión e incluso de dictar sentencias judiciales. No aprendemos, nos gusta el morbo y nos siguen manipulando. Entrada anterior Negar lo evidente de pensar diferente. Me encontraba saboreando los besos de una chica de la que apenas sabía nada. Había bastado una pequeña mirada a lo lejos, en la sala, para inter- pretar su interés hacia mí y conseguir besarla fue cuestión de segundos. Ya nos lo decimos todo sin palabras-comenté.